LOS CONFLICTOS Y EL MALTRATO ENTRE IGUALES NO SON UN PROBLEMA MENOR. ¡¡¡AYÚDANOS A SOLUCIONARLO!!!

¿CÓMO ACTUAR ANTE ESTAS SITUACIONES?

 

El objetivo fundamental es conseguir que todos los alumnos se sientan incluidos y atendidos, teniendo en cuenta sus capacidades y con vistas a favorecer su desarrollo. El Plan de Atención a la Diversidad identifica y define las medidas que se llevan a cabo en los centros educativos de manera que sea un momento de reflexión del profesorado para que tome en peso las deferencias y las decisiones no se dejen solamente en manos del equipo directivo o del Departamento de Orientación.

El acoso escolar es un proceso complejo en el que un sujeto más fuerte, apoyado por los demás o por la “ignorancia” de ellos, arremete a otro más débil que no recibe ningún tipo de ayuda.

La escuela tiene un papel muy importante en la adquisición de capacidades de los alumnos para una integración social y personal. Para ello, la escuela realiza una acción preventiva.

A continuación encontrarás informacion sobre:

  • PREVENCIÓN PRIMARIA: ESTRATEGIAS PREVENTIVAS DEL ACOSO ESCOLAR
  • PREVENCIÓN SECUNDARIA: INTERVENCIÓN CUANDO EL ACOSO SE HA PRODUCIDO

Es necesario que desde la escuela se trabaje la prevención primaria para que el acoso escolar no tenga lugar y la prevención secundaria, poniendo medios para que no continúe una conducta de acoso escolar. En este apartado se incluye la adopción de modelos eficaces de actuación para detener la relación de acoso sin agravar el conflicto y desarrollo de programas para víctimas, observadores y acosadores.

 

PREVENCIÓN PRIMARIA: ESTRATEGIAS PREVENTIVAS DEL ACOSO ESCOLAR

 

La intervención preventiva es la que busca crear un buen clima de convivencia y es la mejor medida para evitar los abusos y el maltrato de todo tipo. Para desplegar un proyecto educativo de carácter preventivo debemos partir de una concepción sistémica de la institución educativa. Esta concepción hace evidente el amplio conjunto de factores que inciden en la convivencia y tiene en cuenta que lo que da lugar a un clima social u otro es la articulación de estos factores. Debemos tener en cuenta también el modelo comunitario, donde cada centro sea una unidad de convivencia, configurada a partir de la coexistencia de varios grupos humanos básicos; profesores, alumnos, familias y la sociedad.

Entre las acciones preventivas, destaca la necesidad de sensibilizar sobre la naturaleza, la incidencia y la gravedad del acoso escolar mediante:

  • Una definición clara de los centros de lo que es acoso e intimidación escolar.
  • Valorar la presencia de conductas de acoso e intimidación en el centro.
  • Informar a la comunidad educativa sobre aspectos fundamentales de las conductas de acoso y conseguir su compromiso para evitar que se produzcan.

 

Es imprescindible que las actuaciones preventivas estén recogidas, consensuadas y explicitadas en el Proyecto Educativo. Además el profesorado deberá comprometerse a realizarlo implicando y motivando a los alumnos. En el maltrato entre iguales es necesario conocer e identificar el problema para poder detectarlo con eficacia. La sensibilización debe incluir:

  • Formación del profesorado sobre características del acoso escolar.
  • Valoración de la situación de acoso escolar del centro.
  • Información a padres y alumnos sobre los aspectos fundamentales de las conductas de acoso.

 

Ventajas de la intervención preventiva frente a la terapéutica o la reeducadora:

  • La prevención es más económica en todos los aspectos.
  • Tanto los instrumentos, como los recursos humanos preventivos son más próximos a los sistemas de actividades propias de la comunidad educativa.
  • La prevención es más eficaz y conveniente si pensamos en la población a la que va dirigida.
  • La prevención es técnica y procedimentalmente más fácil que la intervención sobre situaciones deterioradas.
  • La institución educativa es, por sí misma, un ámbito de atención social, que está mejor preparada para la actuación preventiva que para cualquier otra cosa.

 

Es necesaria la formación del profesorado sobre el acoso escolar, en aspectos como:

  • En qué consiste una relación de acoso y sea capaz de distinguirla de otros problemas de convivencia entre alumnos.
  • Las características básicas de una relación de acoso e intimidación.
  • Las formas en que se puede producir una relación de acoso escolar.
  • El proceso de formación de las relaciones de acoso.
  • La incidencia de las relaciones de acoso escolar.
  • Las características de los acosadores y los indicios que podemos considerar para identificarlas.
  • Los aspectos relacionados con la tendencia a ser victimizado.
  • Las consecuencias de las relaciones de acoso e intimidación.

 

Destacamos la importancia de la formación del profesorado, debido a su papel clave que tienen en el acoso escolar para identificarlo y actuar correctamente y con profesionalidad. Como explican Blanchard, M. y Muzás, E. en su libro “Acoso Escolar”, las principales tareas de la tutoría y del profesorado para colaborar en el proceso de construir personas y fomentar la convivencia son:

  • Conocer a cada alumno, a su familia, su contexto, su proceso, identificando valores y necesidades, para poder después realizar su seguimiento y desarrollar aquello que en el alumno aparece como capacidad y como posibilidad.
  • Evaluar las capacidades, los conocimientos y experiencias que ya tiene construidas para que pueda realizar un proceso activo de protagonismo en su propio crecimiento.

 

PREVENCIÓN SECUNDARIA: INTERVENCIÓN CUANDO EL ACOSO SE HA PRODUCIDO

 

El propósito principal de toda intervención en este campo debe plantearse un doble objetivo: controlar eficazmente estas conductas y procurar patrones de comportamiento que conduzcan a una mayor interacción social de todos los sujetos implicados en la relación educativa.

Para ello será imprescindible que el programa de actuación comprometa activamente al equipo de profesores del centro educativo y a las familias de los alumnos del mismo, a través de:

  • Estrategias para la concienciación del alcance del problema y para el reconocimiento personal de los afectados.
  • Elaboración de propuestas de intervención que supongan una alternativa a las conductas arraigadas en la dinámica bullyng, tanto en el agresor como en la víctima y en el grupo.
  • Asesoramiento para modificar los estilos educativos en la familia y en los profesores.

Las estrategias de afrontamiento del bullying las tenemos que encaminar al ámbito familiar, a los alumnos directamente implicados, al aula y al agresor o bully. A continuación puedes ver algunas indicaciones y metodologías para trabajar con los protagonistas tanto en el aula como en el Centro.

 

  • PROGRAMA DE TRABAJO PARA LA VÍCTIMA:

Las repercusiones de ser la víctima en una situación de malos tratos son muy persistentes; de hecho una vez que un alumno ha sido etiquetado de víctima es muy difícil que pueda ser aceptado por el grupo y sentirse integrado en él, incluso si cesan las agresiones del bully. Por ello, antes de empezar un programa de intervención es de suma importancia analizar minuciosamente el contexto de la situación.

Posteriormente seguiremos un programa de entrenamiento en habilidades sociales cuyos objetivos inmediatos no son solamente el cese de esta dinámica, sino preparar al muchacho/a para funcionar adecuadamente en el grupo. Por ello, el programa está encaminado a:

  • Proporcionarle estrategias efectivas de autoprotección.
  • Desarrollar estrategias o habilidades que puedan favorecer el trabajo en grupo y el ascenso social.
  • Crear un clima de confianza donde pueda expresar abiertamente su situación conflictiva.
  • En muchas ocasiones, la propia forma de actuar de la víctima provoca al bully, lo que se convierte en un hábito. Para superarlo, proponemos trabajar estrategias de habilidad social.
  • Incrementar la autoconfianza y la autoestima potenciando el desarrollo de sus destrezas; enseñar a la víctima a no serlo sin que por ello se convierta en agresor.
  • Usar grupos de apoyo para la víctima: es conveniente procurarle un observador de las situaciones en clase y fuera de ella que pueda ofrecerle información de los hechos y protección.
  • No descartar la posibilidad de cambiar de grupo.

La técnica del role-playing puede ser de gran utilidad, simulando situaciones reales en las que el sujeto puede expresar cómo las percibe y cómo se siente y a la vez ensayar nuevas formas de respuesta que sean más apropiadas.

Algunas tareas pueden contribuir a integrar a la víctima en su grupo, tales como realizar trabajos en grupo encargándole tareas en las que pueda destacar y/o colaborar activamente y formar parte de grupos de entretenimiento o de actividades lúdicas.

Este trabajo sólo es efectivo si el cambio de actitudes se lleva acabo tanto por parte de la víctima como por parte del bully y de los compañeros. Sin un grado aceptable de cambio simultáneo en estos tres agentes, el cambio sólo es superficial y, por tanto, temporal.

 

  • PROGRAMA DE TRABAJO PARA EL AGRESOR O BULLY:

En primer lugar se le debe hacer notar la seriedad del problema que conlleva su comportamiento, sus actitudes y acciones. Como la mayoría de estas conductas han sido aprendidas, el enfoque de nuestro programa para el bully se centrará en «desaprender», es decir, en un entrenamiento para superar los mecanismos de respuesta habituales y posteriormente para su sustitución por conductas deseadas: entrenamiento para el control del comportamiento agresivo.

El objetivo del trabajo con el bully tiene una triple vertiente: por un lado debe comprender y aceptar el código de conducta en el cual las manifestaciones agresivas de cualquier índole no están permitidas. En segundo lugar se le deben ofrecer modelos de conducta social apropiada, pues posiblemente no las posea en su repertorio; finalmente debe asumir que precisa de un esfuerzo para cambiar su actitud, para lo cual deberá conocer y entender mejor sus sentimientos y tratar de explicar su conducta a los demás. El programa de trabajo cubre dos áreas: supervisión y sanción por un lado y desarrollo de una conducta social apropiada por otro.

Los programas presentados por R. S. Morganett (1995) para la intervención grupal en el control del comportamiento agresivo, basados en la terapia cognitivo-conductual, tratan de hacer consciente al joven de los procesos de desarrollo de la ira y enseñarle a controlar las interpretaciones que sobre las situaciones establece, haciéndole ver lo inapropiado y desproporcionado de su reacción, ofrece cuestionarios, autoinformes y sugerencias para el role-playing como técnicas de apoyo.

Isabel Serrano (1996), en su trabajo sobre agresividad infantil, expone un ejemplo de tratamiento de conducta agresiva en la infancia mediante técnicas de modificación de conducta. La intervención comenzó por establecer una línea base de comportamiento tras una observación asistemática (comentario de los educadores del centro escolar) completada de forma sistemática mediante un cuadro de control de conducta, computándose así las conductas que serían modificadas. El tratamiento, basado en la administración de refuerzos, a través de fichas canjeables, se llevó a cabo en dos niveles: por un lado, reforzar la conducta de no agresividad aplicando al principio castigo en forma de «coste de respuesta»: cuando aparecía la conducta indeseada se penalizaba con la retirada de un número determinado de fichas. Un segundo nivel de intervención estaba basado en hacer contingente la atención del educador con el comportamiento adecuado, es decir, cuando la conducta era la apropiada se le premiaba mediante una ficha positiva y también mediante «refuerzo social» o alabanzas. La administración de refuerzos siguió una tasa decreciente, las fichas eran canjeables en virtud de un acuerdo entre profesor, padres y niña. Los resultados apuntan hacia la reducción significativa de las conductas inadaptadas.

 

  • PROGRAMA DE TRABAJO PARA EL BULLY Y LA VÍCTIMA:

La dinámica agresión-victimización es un problema que tiene dos caras; por tanto su solución debe atender a ambos lados a la vez. Es por tanto imprescindible tratar el problema como un cambio intelectual en el que ambos, la víctima y el bully, pueden encontrarse, evitando cualquier alusión a la culpabilidad y destacando el propósito de lograr una solución por ambas partes.

El programa conjunto se centrará en conseguir cambios en las conductas, cambios en las actitudes, y en proporcionar la posibilidad de integración activa de ambos en el grupo. Ellos mismos pueden confeccionar una tabla de conductas que necesitan ser cambiadas y numerarlas por orden de prioridad. Por ejemplo, que la víctima trate de corregir su hábito de lloriquear y el agresor ser más tolerante. También  se debe  procurar el cambio de actitudes, por ejemplo asegurarnos de que el agresor conoce los efectos que su conducta está provocando en la víctima. Para ello debemos contar con la colaboración de la víctima evitando la provocación del bully.

 

  • INTERVENCIONES HACIA EL GRUPO CLASE:

La agresividad entre escolares es un fenómeno complejo que implica a toda la comunidad. Debemos rechazar la idea de que sólo afecta a unos pocos. En el ámbito de los jóvenes escolares destacamos el papel del observador o «el otro» por la importancia de su papel en estas situaciones. El alumno observador, ante una situación de abuso o malos tratos, puede adoptar una postura que la sustente o la desapruebe y a la vez puede implicarse o no de forma activa.

El objetivo principal del trabajo con el grupo donde se detecten problemas de agresividad debe pretender incrementar la cohesión de todos sus miembros unida a una actuación activa junto con la desaprobación de estas conductas.

Para ello llevaremos a cabo sesiones de planteamiento, discusión y búsqueda de actitudes alternativas que intensificarán la identidad del grupo y cimentarán su cohesión, haciendo especial hincapié en poner de manifiesto por qué el grupo permite y facilita en ocasiones este tipo de conductas. Todas las observaciones, objetivos y tareas surgidas en estos debates deben ser anotados con el fin de que sirvan de estudio, revisión y evaluación posterior.

Antes de intervenir se han de tener en cuenta unas cuestiones previas:

  • El profesor debe mantener un feed-back de la relación interpersonal y dinámica del grupo, no infringir estas reglas siendo excesivamente autoritario, seco, distante o aburrido.
  • Asimismo deberá estar vigilante a cualquier brote agresivo en el aula para controlarlo en sus primeros momentos y cortar así la posibilidad de fomentar el hábito agresor del bully.
  • Se establecerá una sesión, dentro de horario escolar, para tratar los problemas del aula, promover su discusión, siempre intentando encontrar la manera de mejorar las conductas problemáticas.

 

Para más información visita las pestañas de Propuestas Pedagógicas, Pautas, Programas y Modelos de Intervención que verás a continuación.