¿TE METES CON TUS COMPAÑEROS?
Cuando alguien se mete con otro, una de las frases más usuales para justificarlo es: “era una broma”, o “siempre nos tratamos así” entre compañeros, o “no es para tanto”. Estas palabras suelen encubrir el reconocimiento de que se ha actuado mal, pero no se quiere reconocer la falta. Reconocer los propios errores es el mejor método para demostrar que realmente se quiere cambiar, que se quiere dejar de agredir.
A algunos chicos o chicas les cuesta entender que, al agredir, otros sufren; es decir, que aquello que te hace daño a ti también hace daño a los otros. No entienden el concepto de “empatía”, es decir, la capacidad de ponernos en el lugar del otro y ser capaz de entender sus sentimientos.
A todos nos gusta que los demás nos comprendan y nos traten con respeto. En la amistad hay una situación de igualdad en la que los amigos se gastan bromas, juegan, pero no tienen la intención de hacerse daño. En el caso de que esto ocurra, los amigos se piden perdón y hacen las paces. Así aprenden a tenerse confianza y respeto.
Sin embargo, cuando unos se meten con otros con intención de dañar, les hacen sufrir. Sienten placer al ver que son más fuertes y que pueden humillar con facilidad y continúan haciéndolo. Son incapaces de sentir empatía y aceptar que la otra persona lo está pasando mal. Cuando sucede esto, estamos ante una situación de maltrato entre compañeros, y quien siga por ese camino, acabará siendo mal visto por los demás y sintiéndose tan mal como aquél a quien agrede.
Ya no es “una broma”, es maltrato entre iguales y falta de respeto hacia una persona.
No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Las bromas son buenas para la relación cuando ambas partes están de acuerdo con ellas pero, si a alguien le hacen daño, hay que dejar de hacerlas y pedir perdón si es necesario. Cuando veas que alguien está sufriendo, ponte en su lugar y piensa cómo te sentirías tú en esa situación.
Por ello ten en cuenta lo siguiente:
- No creas que la gente te respeta por asustarla. Simplemente te tiene miedo, pero no eres realmente aceptado. Busca el respeto de los demás, no el dominio sobre los demás.
- No te conformes con tu forma de actuar. Intenta cambiar tus reacciones agresivas y fíjate en cómo actúan otras personas en las mismas circunstancias.
- Date cuenta de que a corto plazo es posible que ganes, pero a largo plazo, si continúas metiéndote con otras personas, tendrás muchos problemas en la vida.
- La agresión tiene consecuencias que tarde o temprano tendrás que asumir.
- Pide ayuda a algún profesor, orientador o tutor si tienes problemas familiares. Si te encuentras mal o necesitas hablar de tus problemas con alguien, confía en los demás.
- Piensa en el daño que les estás haciendo a los otros. Ponte en su lugar e intenta imaginar cómo te sentirías tú.
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Si tus amigos refuerzan tus tendencias violentas y t
- Cuando te sientas enfadado y no puedas controlar tu ira, respira hondo e intenta autocontrolarte. Cuenta hasta cinco antes de actuar y, si te es posible, retírate a un lugar tranquilo en el que puedas desahogarte.
El maltrato entre compañeros está muy ligado a la acción en grupo. Suele haber un líder al que acompañan y arropan otros. Si piensas que “a veces acompaño a quienes instigan a otros compañeros e incluso me meto también con alguno, pero no participo activamente. Somos sólo un grupo de
amigos que nos lo pasamos bien” eres un seguidor del agresor.
Otra forma de reforzar los grupos de agresores es reírles las gracias y consentir que actúen así. Los observadores que ríen las “gracias” y los que no denuncian lo que están viendo, refuerzan las acciones intimidatorias del grupo de agresores. Si participas o actúas de cualquiera de estas formas en situaciones de maltrato, estás aumentando las posibilidades de que las acciones de maltrato se den con más frecuencia en tu clase y escuela; y estás animando a que se formen grupos que acosen a los demás.